Instituto Polit�cnico Nacional
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"La Técnica al Servicio de la Patria"

La Ética en la Labor Docente

 

Boletín No. 43
1o. de Mayo de 2014




La Ética en la Labor Docente

 

Lic. Martha Miroslaba Sánchez Carpintero
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M. en C. Susana Araceli Sánchez Nájera
UPIITA-IPN, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
M. en C. Víctor Manuel López Ramírez
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Abstract

Ante tanto cambio implicado a raíz de la globalización, es bien sabido que ha conllevado a las instituciones desde nivel básico hasta nivel superior a estar preparados para enfrentar a una sociedad que se encuentra en constante cambio y con sus propios retos. Con llevando a que participe la familia, la propia sociedad, las instituciones educativas y el propio individuo dado que estos principios éticos no se adquieren en un curso formativo, sino a través de procesos que van transformando al individuo el resto de su vida en la escuela y en todos los ámbitos donde se desenvuelve (familia, círculos sociales, escuela, etc.). Si se considera que la Ética Profesional para todas las áreas del trabajo implica el comportamiento adecuado con miras a alcanzar un bien para toda una comunidad. Entonces se considera importante en este trabajo hacer una reflexión sobre la ética que deben tener en especial los docentes buscando ser felices desarrollando las actividades de esta esta profesión.

Introducción

Actualmente se vive una crisis en la educación en lo político, económico como a nivel de valores; sin embargo no se puede quedar uno con este sentimiento de que así son las cosas y no se puede hacer nada, la realidad es que a pesar de que se tiene desvalorizado el papel del docente más en el sector público de la educación básica, por una reforma educativa que se desconoce, las marchas, la falta de clases y la falta de la calidad educativa.  Es el docente quien puede transformar la vida, no perdiendo de vista que los principales actores en la educación son los padres de familia que en ocasiones son los primeros en juzgar la labor docente antes que apoyarla aun  y cuando se pone en sus manos a los hijos. En este punto es importante señalar el papel fundamental de la formación docente en cuanto a la ética para que a su vez pueda transmitirla por medio del ejemplo más que por teorías, ya que el alumno (los hijos) aprenden  más de lo que ven, lo que llamamos curriculum oculto.  Aspecto que hace referencia a los conocimientos destrezas, valores, actitudes y normas que se adquieren en los procesos de enseñanza-aprendizaje y en general, en todas las interacciones que se dan cotidianamente en el aula y la escuela, pero que no llegan a explicitarse con metas educativas a lograr de una manera intencionada. En otras palabras esto se manifestará como ciudadano en la sociedad y la manera en la cual  desarrollará su forma de vida y por ende sus relaciones humanas,  por esta razón es fundamental reflexionar acerca de éste tema como docentes y agentes de cambio.

El docente éticamente feliz

Mucho se habla de la formación del docente desde la perspectiva de las estrategias que emplea en el binomio enseñanza-aprendizaje para  bien enseñar, desde brindarle los sustentos teóricos en cuanto a la didáctica hasta su aplicación  en el aula, sin embargo actualmente existe una desvalorización de la docencia por la sociedad en sí y en ocasiones hasta del mismo docente a pesar de haber elegido esta profesión que a la vez es noble pero muy demandante por tener la ardua tarea de educar y que “a pesar de todas las nuevas concepciones pedagógicas, continúa siendo indispensable y fundamental en el proceso educativo”  (Giuseppe,1984), siendo esto lo que se puede llamar  la vocación, “Ninguna profesión se ejerce dignamente si no se descubre en ella la verdadera vocación” como lo señala (González,1991), en este sentido se puede hablar de una pedagogía de la felicidad, es decir; la pedagogía de la vocación, puesto que la virtud coincide con la felicidad, preocupación dicha por Rousseau en el Emilio  (Cháteau, 1996). No obstante es importante entonces decir que la felicidad es la satisfacción de sí mismo dónde cada edad tiene su virtud y su felicidad particulares y le corresponde a cada uno cierto equilibrio entre las facultades y los deseos, que corresponde a la prudencia humana o ruta de la felicidad.

Ahora bien, ¿qué tendría que ver la ética con la felicidad? Y ¿por qué  relacionarlo con el docente? Primero se definirá lo que significa la ética, concepto por muchos no conocido aunque no por eso no vivido, es decir; se puede no saber o no conocer el concepto de ética sin que ésto signifique que no tenga ética la persona, por otro lado el docente tiene el compromiso de saberlo para que con los fundamentos necesarios pueda transmitir y hacer vivir éticamente al alumno, entoncés ética se deriva de la palabra griega ethos, siendo “etica una teoría o tratado de los hábitos y las costumbres, en otras palabras la ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad”  (Albarrán ,1993). Así, es entonces que es indispensable para la docencia en tanto a su labor y compromiso para con la sociedad para permitir y fomentar la convivencia armónica para el desarrollo social que tiene como fin último alcanzar la felicidad.

En este sentido de ideas y en acuerdo con Aristóteles quien decia que “para el hombre el sumo bien es la felicidad” y se es “feliz cuando se hace bien su trabajo”  (Abbagnano, 1995, p.100), sea la profesión que sea, “Todas las profesiones tienen su ética específica…toda acción humana comprende una ética, esto es, comprende normas de comportamiento, consignando lo que es lícito y lo que no es”, en este aspecto la ética profesional del profesor requiere todavía una mayor complejidad puesto que tiende a la conservación de las tradiciones y del orden social y a la vez se está comprometido con la evolución, con el cambio, con el progreso social además de que de él, el docente, depende en gran medida la estabilidad y la movilidad social.

Regresando a la percepción de la ética desde Aristóteles, parte del concepeto que tiene de hombre como un ser inacabado que se completa con los demás en la comunidad, cuestión centrada del pensamiento aristotélico así como la idea de que la felicidad está en la vida virtuosa, siendo la virtud el ejercicio de la razón, en dónde la “ética consiste en la capacidad de escoger el justo medio entre dos extremos viciosos, de los cuales uno peca por exceso, el otro por defecto”  (Abbagnano, 1995),  habría que hacer la pregunta de si en la docencia se es más por exceso o por defecto. De cualquier forma, sea por la razón que sea los docentes deben tener una actitud reflexiva y de firmeza ante su actuar porque  son el  ejemplo de vida para los alumnos y más importante aún lo es que el docente es un agente de cambio en la sociedad por elección, por estar en un papel que requiere de una mayor preparación y compromiso por tener en las manos a personas que esperan, buscan y en ocasiones hasta necesitan de guía, y de un acompañamiento formal.

“El profesor tiene que ser modelo e inspirador de procedimientos sociales y morales positivos para la conservación y el progreso de la sociedad; por ello debe inspirar confianza, tanto a la familia como a la comunidad en general. A la familia, porque su misión será la de educar a lo que ésta tiene como su bien más querido: los hijos, a la sociedad, porque de él, en gran parte, va a depender la mentalidad de los sujetos llamados a constituirse en los renovadores de todos los sectores de la vida social”  (Albarrán 1993:513).

Por lo antes expuesto, el profesor tiende a ser un ciudadano señalado y observado inclusive muchas veces hasta juzgado por su proceder o bien por su actuar. Por el contrario, lejos de que esto causa un conflicto o un sentimiento negativo, se debe convertir en un área de potencial que brinde la valentía suficiente para recordarle al profesor las razones por las cuales se eligió esta profesión, aunque muchos lo hayan hecho porque no tener otra opción.  Además de que debe tener el docente la valentía y el ánimo de revaloralizarse desde esa postura de docente y eso ayude a los educadores, profesores o bien como maestros tomando en cuenta que  “no somos los mismos maestros con el paso de los años; vamos siendo mejores o de plano peores”  (Ortiz 1991, p45) para así formar una conciencia ética desde una conciencia pedagógica, esto quiere decir que se debe ser conciente de lo que se esta haciendo en cada momento de la práctica, lo cual implica un saber pedagógico  (Bedoya M, 2003) y un saber qué es la ética para entonces así actuar éticamente posible. 

Conclusiones

Finalmente se hace énfasis en la importancia de la formación ética del profesorado, de los nuevos docentes, quienes a su vez son los que deben vigilar y dirigir la educación de los alumnos. Puesto que la buena educación es el medio para alcanzar el bien y el actuar éticamente llevará a la mayor virtud del hombre, la felicidad propia, como docentes, como guías y acompañantes de los demás hacia su felicidad, siendo el pretexto; la educación.

Referencias

  1. Abbagnano, N. y. (1995). Historia de la Pedagogía. México: F.C.E.

  2. Albarrán Vázquez, M. (1993). Curso de Ética. México: Por la presentación de los textos.

  3. Albarrán Vásquez, Mario, Escobar Valenzuela, Gustavo (2003), Curso de ética.  Por la presentación de los textos.  México, Distrito Federal

  4. Bedoya M, J. I. (2003). Pedagogía ¿enseñar a pensar? Reflexión filosófica sobre el proceso de enseñar. Bogotá: Ecoe.

  5. Cháteau, J. (1996). Los grandes pedagogos. México: Fondo de Cultura Económica.

  6. Giuseppe Nérici, I. (1984). Hacia una didáctica general dinámica. Buenos Aires: Kapelusz.

  7. González Ortiz G. (1991). Cápsulas pedagógicas motivacionales. México: Libreria Parroquial de Clavería.

  8. Lavín Martínez, C. (1998). Misión Educativa Marista. México: Progreso.