Cine y Política en la Italia de Francesco Rosi
Boletín No. 47
1o. de Marzo de 2015
Cineteca IPN
Cine y polÍtica en la Italia de Francesco Rosi
«En aquellos tiempos creíamos que denunciar ante la opinión pública ciertos males significaba de algún modo combatirlos y acaso eliminarlos. El cine parecía el arma más eficaz para alcanzar este objetivo y de esta convicción fuertemente enraizada han nacido las películas más hermosas de Francesco Rosi» escribía su amigo Raffaele La Capria (en Francesco Rosi, edición de Sebastiano Gesù, 1991) que participó en la escritura de Manos sobre la ciudad (Le mani sulla città). Francesco Rosi, insignia del cine político italiano, murió a los 92 años de edad el pasado 10 de enero de este año. Nació en Nápoles (1922), en el seno de una familia burgues y propietaria de una compañía marítima. Sus películas retratan a los mafiosos más conocidos de su país y sus relaciones de corrupción con funcionarios públicos. Rosi, que se formó con los maestros del Neorrealismo italiano, heredó de Visconti, el sentido histórico y el gusto por la composición plástica, y de Rossellini, absorbió la capacidad de restituir los fragmentos de realidad en toda su profundidad y en toda su verdad. Su cine, que nace frecuentemente de una profunda investigación documental, cuenta con una original construcción y un acercamiento objetivo de la realidad política y social. Se trata de películas que ocurren en un pasado no demasiado lejano, como si cierta distancia fuera necesaria para distinguir lo superficial de lo esencial, para esclarecer mejor las raíces de un problema y los acontecimientos que éste desencadena. No pretende ofrecer alternativas, cuestiona con el ánimo de buscar la verdad. Denuncia las mentiras de una sociedad que actúa “en lo oscurito”. Su carrera como director empezó en 1958 con La Sfida (El desafío), en la que narra el ingreso de un joven napolitano en la Camorra, cinta con la que inicia un periodo en el que se dedica a realizar películas sobre la corrupción y el crimen organizado en Italia. En Le mani sulla cittá (Manos sobre la ciudad, 1963), León de oro a la Mejor película en el Festival de Venecia, aborda la relación entre órganos del Estado italiano y la corrupción urbanística en su ciudad natal. Salvatore Giuliano(1961), su tercera película, trata sobre la vida de ese maleante siciliano relacionado tradicionalmente con la mafia y del que también escribiría dos décadas después el estadounidense Mario Puzo, en su libro The Sicilian (1984).
Miroslava
“En vida, Miroslava Stern no fue una de las actrices más significativas del cine nacional. Frente a los arquetipos que encarnaban Dolores del Río, María Félix y, más tarde, Angélica María, Miroslava no superó la actuación correcta, aunque siempre rígida, ni la belleza con escasos destellos de encanto. Sólo la forma en que murió pudo hacer de ella una presencia recordable: en el México modernizante de Ruiz Cortines, una mujer famosa se suicidaba por amor a un torero. La fórmula sirvió y ha servido para hacer de Miroslava la encarnación de la pasión melancólica, un arquetipo femenino al que ayudaron la condición exótica -una checoslovaca inmigrada- y cierta normalidad: comprobar que la actriz continuaba su última película, Ensayo de un crimen, fuera de la pantalla, precisamente en su recámara y con una foto de Luis Miguel Dominguín sobre el pecho. “Pero la historia oficial de la muerte de Miroslava, sentimental y compasiva, convivió durante algún tiempo con un rumor popular más desencantado que encontró espacio en las secciones de nota roja de los diarios hasta que la ANDA exigió al gobierno que las censurara. Según esta versión, Miroslava no se habría suicidado al descubrir que Luis Miguel Dominguín se casaba con Lucía Bosé, sino que habría muerto en un accidente de aviación, acompañada de su amante. “El rumor relaciono así dos muertes, la de la actriz y la de Jorge Pasquel, yerno de Plutarco Elías Calles, cristero en su juventud y político alemanista en la madurez, promotor del beisbol profesional y dueño del periódico Novedades y del Parque Delta. Pasquel representó en vida el arquetipo del millonario alemanista siempre en el límite de la ley: acusado de contrabando y de vender concesiones aprovechando su influencia en el gobierno, siempre solucionaba sus problemas sacando la pistola o la chequera. …Nunca han existido pruebas para afirmar que Miroslava murió en el avionazo con Jorge Pasquel y que su cadáver carbonizado fue después transportado a la Ciudad de México. Sin embargo, la historia oficial del suicidio tampoco es del todo coherente. Si quisiéramos que Miroslava fuera, no un arquetipo de la pasión desgarradora con pijama de seda, sino el de una mujer del Milagro Mexicano, podríamos contar otra historia oficial en la que Miroslava fuera una heroína voluntariosa, a la Nahui Ollín o a la Rivas Mercado: una actriz que escogía a sus amantes sin rubores y cuya reputación fue salvada gracias a las actuaciones de sus más decentes amistades”. (La otra muerte de Miroslava, Fabrizio Mejía Madrid, Revista Nexos, 1° de mayo 1994)
Referencias
- Información tomada de http://www.cultura.ipn.mx/Paginas/CINEMATOGRAFIA/CineMes.aspx, el 1 de marzo de 2015.