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Boletín No 40
1 de Noviembre 2013

 

 

LOS VALORES DEL INGENIERO EGRESADO DE UPIITA Y SU TRASCENDENCIA EN LA SOCIEDAD ¿INGENIERÍA PARA QUÉ?

 

 

Miguel Silva Arias
* Maestría en Ciencias de la Educación, Doctorando en Ciencias de la Educación
UPIITA-Instituto Politécnico Nacional
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Resumen

En este trabajo se destaca la necesidad de tener muy presente los valores éticos en todo trabajo científico y por ende en la sociedad del conocimiento. Se hace un bosquejo de cómo a través de la historia los grupos de poder se han valido del control del conocimiento hasta llegar actualmente al uso de las nuevas tecnologías para mejorar el intercambio de la información, pero se hace hincapié en que el conocimiento no tiene razón de ser cuando no se aprovecha para servir a la sociedad y al cuidado del medio ambiente, el mismo conocimiento se pude convertir en un arma destructora al no manejarse con plena conciencia de sus consecuencias. Finalmente se señala la necesidad de la práctica de esos valores éticos como eje transversal en las instituciones de educación superior como parte de la formación integral de los profesionales egresados de ellas y como caso específico en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas del Instituto Politécnico Nacional.

 

 

Palabras clave: Sociedad del conocimiento, valores éticos, control, conciencia, educación superior, eje transversal.

Para la formación de un ingeniero es necesario saber qué conocimientos científicos, habilidades, actitudes y valores se deben poseer para aplicarlos con eficacia durante su vida profesional en el entorno y en la sociedad donde se desenvuelve.

 

Surgen inmediatamente una serie de cuestiones: ¿Ingeniería para qué?, ¿Para servir a quién?, ¿Ingeniería para el beneficio de la humanidad o para el daño de la misma?

 

Estas preguntas conducen a una serie de reflexiones en relación a nosotros mismos, o tal vez a la sociedad en la que nos desarrollamos, ¿hacia dónde vamos como seres humanos?, ¿qué será de nuestra sociedad?, ¿qué pasará con nuestro planeta?, etc. Cuestionamientos muy difíciles de contestar en un trabajo tan reducido como este; sin embargo, como educadores de Instituciones de Educación Superior (IES) estamos obligados a buscar las respuestas conjuntamente con nuestros discípulos y si bien no se tienen todas, al menos algunas que conduzcan a una vida de calidad y den algunos beneficios a nuestra sociedad, y así poder evolucionar como seres humanos. Muy importante y urgente para el inicio de este siglo XXI, son las reflexiones que se hagan para una mayor conciencia de lo que somos y del porvenir que nos espera al no actuar con responsabilidad ante sí mismo, ante la sociedad y ante el entorno.

 

Los problemas que se están viviendo, como: inseguridad, enfermedades, desigualdad socioeconómica, discriminación, desequilibrio ecológico, enajenación y pérdida de valores1 no son derivadas de la nada, tienen su explicación; la mayoría han sido causadas por todos y cada uno de los seres humanos en mayor o menor medida, conforme al rol jugado y con base en la posición social, intelectual o cultural de cada uno. Estos problemas pueden ser originados también por apatía y omisión, llevando hasta lo más dañino que se pueda imaginar, problemas a la vista de todos porque se viven de una o de otra manera. Por fortuna, está en los mismos humanos la solución, específicamente en los que generan y manejan el conocimiento y la educación; por supuesto que en forma individual es muy difícil, en cambio, en una comunidad académica, como es la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), se tiene un recurso muy poderoso, los ingenieros egresados en sus diferentes carreras.

 

Este siglo seguramente será de progreso científico y tecnológico, pero debe ser también de progreso ético. Para ello se requiere que el ingeniero egresado de UPIITA sea consciente de la responsabilidad que tiene como ser humano y como profesional ante su entorno; por lo tanto, se necesita hacer uso de la conciencia desde el punto de vista psicológico y epistemológico; es decir, qué es, cómo se genera y cómo funciona el conocimiento, cuál es la verdad; pero esto no es suficiente, se requiere mucho más, el manejo de la conciencia desde el punto de vista ético y moral; es decir, que el ingeniero pueda tomar una decisión consciente e inteligente en situaciones difíciles o ante un dilema ético, sin olvidar sus principios y ante todo, sus valores éticos y humanos. En este sentido, se estará en condiciones de responder la pregunta, ¿conocimiento e ingeniería para qué?

 

Sabido es, que los conocimientos moralmente son neutros, ahí están, listos para su uso. El problema puede ser en su aplicación: para qué, cuándo y dónde se utilizarán; esto dependerá de la calidad y el grado de evolución, como ser humano, que el profesional tenga. A su vez, dependerá de la formación holística que haya tenido durante su formación profesional, con los conocimientos científicos y la integración de otras áreas, y dentro de ellas: el manejo de valores. Un hombre instruido carente de valores representa un peligro para los demás y una sociedad sin una conciencia ética tiende a su extinción.

 

Necesidad de la práctica de valores éticos en la sociedad

La ciencia sin conciencia es un alma en ruinas, decía uno de los enciclopedistas hace varios siglos. Esta frase resume lo que la sociedad del conocimiento no debe olvidar jamás, la cual debe interpretarse desde dos enfoques. La primera interpretación surge del razonamiento lógico a través de una metodología científica, es la que nos dice qué es, qué se quiere y qué se busca; la que nos permite darnos cuenta quiénes somos y qué tenemos; para el caso que nos incumbe, qué conocemos. Esto sería desde el punto de vista psicológico o cognitivo, o en todo caso, ontológico. La segunda interpretación es con un enfoque ético, para qué deseo el conocimiento, cuál será mi comportamiento ante los que me rodean con el uso del mismo, su aplicación puede ser para bien o para mal. Desde este análisis la sociedad del conocimiento tiene una doble implicación, primero la construcción, el resguardo y la evolución del conocimiento y paralelo a ello los resultados de la aplicación que a éste se le den.

 

El conocimiento en sí mismo no tiene ética, allí está, esperando su uso; en cambio sus resultados pueden ser benéficos o dañinos para los seres humanos y/o para el medio ambiente. En 1973 T. Kuhn reabrió el debate acerca de ciencia y valores dando lugar a una discusión entre valores epistémicos y valores éticos2 . Desde el punto de vista epistémico el conocimiento es amoral si es que nuestro objetivo es la búsqueda de la verdad, la explicación de los hechos y el avance del conocimiento científico. Por otra parte, al mencionar valores éticos se debe pensar en el bien común, o mejor dicho, en el bien universal, es por esto que la existencia del ser humano tiene sentido; la vida tiene sentido en la medida en que se practican valores éticos, lo mismo se aplica a la sociedad, es así como la ética tiene una tarea primordial: la búsqueda racional del buen vivir. Los males sociales y la corrupción de los gobiernos se deben al olvido de los derechos naturales que poseen todos los seres humanos.

 

Bienvenidos los filósofos y los que defienden teorías éticas, pero el mundo actual, sumergido en una confusión de valores no requiere sólo de teorías axiológicas, se necesita de la práctica de valores y de una reflexión profunda en relación a los derechos de cada uno de los seres humanos que habitan sobre el globo terrestre para que acaben las guerras y las causas que las originaron. Esto sólo será posible en la medida en que se tenga conciencia de que violencia con violencia no nos lleva a obtener ganancias, más bien todos pierden y lo que el mundo necesita es ganar- ganar; para ello es necesario un cambio radical de actitudes y un manejo adecuado de valores en forma individual y social; las cárceles serán insuficientes, nunca han sido efectivas para evitar violencia ni para ser felices.

 

Ciencia y valores en las instituciones de educación superior
Caso UPIITA

La ciencia se da en una comunidad científica con su propio lenguaje y su peculiar metodología, demostrándose con la experiencia histórica que el conocimiento y la información son el principal impulsor del crecimiento y del desarrollo; pero la ciencia se ha convertido en una mercancía privatizada al servicio de una reducida elite dominante en función de su ostentación de poder y acaparamiento de la riqueza. Los gobiernos se han olvidado de los derechos naturales que poseen todos los seres humanos, de ahí la corrupción y los males sociales. Se ha dado mucha importancia al aspecto racional, pero contradictoriamente menos razonable en cuanto a los fines de beneficio a las mayorías3 ; es decir, se han olvidado de los valores que conducen a la evolución del ser humano y se han sustituido por los valores del tener, orientando la producción hacia un excesivo consumismo, el cual no siempre conduce al bienestar del hombre porque su ambición no le ha permitido ser feliz, ya que mientras más tiene más quiere y nunca está satisfecho. Es el momento de hacer un viraje a esta crisis que se está viviendo, eso será en la medida que surjan nuevos acuerdos sustentados en valores éticos. En esta tarea los educadores tienen mucha influencia con sus alumnos de educación superior, promoviendo la participación analítica para formar profesionales pensantes y responsables que actúen en un marco de valores; esto hace pensar que metodológicamente no es suficiente con tener el conocimiento, además de tenerlo, se requiere de una mayor reflexión en relación al beneficio que aportaría a la humanidad.

 

Es cierto que para el manejo de valores no basta con la información teórica en el nivel superior o en cualquier otro nivel educativo, tampoco bastará con un solo curso de valores, se necesita practicarlos en todo momento y en cualquier acción, como profesional o como persona, desde los primeros años de vida hasta la edad adulta. Las Instituciones de Educación Superior (IES) tendrán el deber de reforzarlos durante la formación profesional de la juventud conforme a la capacidad intelectual requerida en este nivel y de acuerdo a las necesidades de cada profesión y de cada circunstancia, para que todo profesional egresado de alguna de estas instituciones pueda tomar la mejor decisión cuando se le presente algún dilema ético ante cualquier adversidad.

 

En esta época en donde pareciera que los avances tecnológicos en lugar de permitirnos hacer un análisis más profundo de los fenómenos sociales, naturales o científicos, las acciones se facilitan tanto por la nueva tecnología que ya no se quiere realizar el mínimo esfuerzo para conseguir las cosas y mucho menos disfrutarlas y gozar el proceso de la búsqueda y de la construcción, sin darse cuenta de que se pierde una magnífica oportunidad para crecer y para evolucionar como seres humanos, al no vivir estas experiencias, los conocimientos se están convirtiendo en una simple información. Al respecto, Víctor E. Frankl nos da una bellísima lección en su libro,El hombre en busca de sentido, cuando tiene que elegir entre dos o más opciones4.

 

En las IES generalmente se cultivan esos valores éticos, están incluidos en sus currícula; así por ejemplo en una de las unidades académicas del Instituto Politécnico Nacional, la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA) se puede apreciar con claridad a través de su filosofía, su misión y su visión5 .

En cuanto a su filosofía se puede observar que incluye el desarrollo social sustentable, tal como lo establece el Instituto Politécnico Nacional en su modelo educativo. Por otra parte, establece un compromiso ético al incluir valores como verdad, confianza, igualdad; así mismo, al referirse a la formación de los ingenieros incluye como características inseparables, proactivo, generador de tecnologías y recursos humanos de alta calidad.

 

Esto mismo, lo retoma en su misión, así como en su visión, con el agregado de tecnologías avanzadas.

Lo anterior se fomenta entre autoridades, el personal docente, administrativo y sus estudiantes, a través de cada una de las asignaturas de los planes de estudio, además de que específicamente se imparte la asignatura de Ética para el ejercicio profesional, Ética, profesión y sociedad, Bioética y otras unidades de aprendizaje con objetivos que integran al ingeniero como ser humano.

 

En este mismo sentido, se puede mencionar a otras Instituciones de Educación Superior en cuanto manejo de valores éticos; igualmente debe buscarse esa práctica por todos aquellos que integren una sociedad de conocimiento, se tendrá presente que como líderes del conocimiento, la humanidad espera de ellos una información veraz, oportuna y honesta acerca de sus nuevos descubrimientos, específicamente de aquellos que se relacionan directamente con la vida, derechos humanos, la conservación de la especie y del planeta. Es importante tener en mente que con la humanidad no se juega en experimentos que no estén sustentados por la misma ciencia y en valores y principios orientados al servicio del ser humano.

 

Los valores como eje transversal del currículum

Hasta aquí, se ha visto la necesidad de que todo ingeniero aplique la ética en su ejercicio profesional, de tal suerte que para tomar una decisión tenga presente sus valores éticos y para ello es urgente que dichos valores no sólo se analicen durante un curso, deben considerarse como eje transversal, a través de cada una de las unidades de aprendizaje de todo el programa académico. Es recomendable tomar en consideración las reflexiones que los estudiantes hagan a través de su comportamiento, complementándolos con el análisis de varios estudios de caso.

Para el efecto, desde el inicio del curso en la asignatura de Ética, para el ejercicio profesional se les plantea la pregunta a los estudiantes, ¿ingeniería para qué?, induciéndolos a que se cuestionen acerca de los principales valores que deben manejar como profesionales en ingeniería y como producto de algunas reflexiones realizadas por ellos, tenemos los siguientes casos: *

 

Conclusiones

Hasta aquí se ha mencionado la importancia que tiene el conocimiento para el desarrollo de la sociedad y cómo a través de diferentes épocas su aplicación se le han dado enfoques equivocados, lo que ha originado problemas serios para las mayorías, a tal grado que algunas civilizaciones han desaparecido hasta que con nuevos rumbos, al reconocer sus errores, casi han tenido que volver a empezar; la historia está llena de ejemplos y nuestro planeta también ha sido afectado al haber sufrido cambios bruscos. Estos cambios no deben asustarnos si son para el mejoramiento de la sociedad y del mismo planeta. El problema es que el conocimiento en manos de hombres sin una conciencia plena de su significado y especialmente de las consecuencias de su inadecuada aplicación, se convierte en arma destructora, en lugar de ocasionar beneficios.

 

El uso de la ciencia no es suficiente para la satisfacción del ser humano, tampoco la aplicación de la misma a través de la tecnología; se requiere sentir amor para hacer toda actividad con la entrega total de lo grandioso y bello que es el ser humano. Los conocimientos deben aplicarse con sabiduría; esto es, conscientes de cómo, cuándo y con un sentido social y humano.

 

No debe perderse de vista que un hombre instruido carente de valores representa un peligro para los demás y que una sociedad sin una conciencia ética tiende a su extinción. Las cárceles y las normas no serán suficientes mientras no exista conciencia en cada uno de los seres humanos de lo que somos y del sentido social de la ingeniería. En cambio, una sociedad del conocimiento con participantes de acciones en un marco de valores éticos dará como producto una sociedad feliz, como lo hubiera soñado Aldous Huxley . Para ello, habrá que desvanecer el ego y dar a luz la conciencia.

 

Bibliografía

1. Alducín Abitia, Enrique. Macrotendencias y escenarios valorales en México, 2030. Fondo de Cultura Económica. México, 2000.

2. Hernández Baqueiro, Alberto, et al. Ética actual y profesional. Lecturas para la convivencia global en el siglo XXI. Thomson. México, 2006.

3. Garza Treviño, Juan Gerardo. Valores para el ejercicio profesional. Tecnológico de Monterrey. Mc Graw Hill. México, 2004.

4. Frankl E, Víctor. El hombre en busca de sentido. Herder. México, 2005.

5. Huxley, Aldous. Un mundo feliz. Edit. Diana, 1969.

6. www.upiita.ipn.mx/identidad; filosofía;marzo, 2009.